lunes, 4 de febrero de 2008

Que tengas un buen día

Que tu día se inicie con aroma a café y algún dulce sabor como aquel de la mermelada de mora. Que mientras desayunes puedas conversar con alguien que ya te ha preguntado cómo amaneciste. Que rías llenando temprano tu espíritu de alegría. Que cuando te vayas al trabajo recibas un beso y alguien se quede en la puerta de tu casa viéndote partir.

Que en tu trabajo, diferente o rutinario, fácil o complejo, liviano o pesado, tengas un compañero con quién puedas a media mañana comentar algo gracioso, o reclamar o echar a volar algún anhelo… cualquier cosa pues lo importante es que haya alguien con quien hablar. Que tu trabajo sea productivo y si por algún motivo no lo es, que exista la esperanza que mañana sea mejor.

Que la hora de comer sea apetitosa. Que la puedas compartir. Sea lo que sea. Si es pan solamente no importa, pues es tuyo y lo tienes. Piensa, mientras comes, en algo hermoso y disfruta. Verás que te sienta mejor.

Que tu tarde, la segunda jornada de tu trabajo, tenga matices. Si ha brillado el sol durante el día, enfrenta con entusiasmo esas horas calurosas y si por el contrario la lluvia cae, tómate unos minutos para escucharla; es una melodía natural. Si puedes, sólo si puedes escápate y siente en tu rostro como chocan las gotas de agua. Canta alguna canción y procura no olvidarla y si no la recuerdas sólo tararea. Verás que cuando la música inunda el cerebro, el organismo parece estar más liviano.

Cada cierto tiempo respira profundo, llena tus pulmones de aire pues esos minutos son impagables para tu cuerpo.

Por sobre todas las cosas cuídate.

Trata de disponer de unos minutos de descanso y comparte un café, un té, un chocolate caliente o alguna bebida que te apetezca, ya que lo esencial es el reposo para conversar o planear que harás alguna vez si tienes la oportunidad de cumplir un sueño. No olvides de sonreír y si ríes hazlo con fuerza. Si por alguna razón el alma se acongoja permite que las lágrimas afloren. ¡Hace bien sabes! Llorar es una cualidad humana y no debe avergonzarnos sentir tristeza.

Cuando tu día haya terminado haz un pequeño recuento de lo que has hecho y vivido. Siéntete satisfecho si en esas horas has recordado a alguien querido que ya no está en este mundo, si has evocado a una persona que está lejana, si has escrito un pequeño poema al pasar o has leído algo asombroso, si has visto los colores de las flores en algún jardín o en una tienda donde las vendan, pues nunca dejan de ser hermosas. Si has encontrado a algún amigo, si alguien te ha llamado preguntándote cómo estás. Si has metido la mano en tu bolsillo haciendo tintinear tus monedas, el caudal que tienes es ese aunque sea escaso. Si has visto algún pájaro saltando por aquí o por allá haciendo su propio día. Si sabes que alguien te ama.

Y antes de dormir da gracias a Dios. Somos demasiado insignificantes para estar solos. Debe haber más allá alguien superior que está pendiente de nuestra vida y pasos, dueño de nuestro destino.

No cuestiones, sólo agradece y abre tu corazón.

Pues has visto un día con su claridad y miles de colores. Oíste los sonidos que surgen en una jornada. Llegaron a ti aromas y sabores. Abrazaste a alguien, estrechaste una mano, recibiste un beso, caminaste, susurraste un te quiero y echaste a volar más de algún sueño.

¡QUE TENGAS UN BUEN DÍA!

MARINA FLORES ROZAS