Cierto es que una memoria vulnerada
por el despiadado anclar de
una dolencia
extravía los recuerdos más preciados,
mas glosas vetustas desertan de la ausencia.
Y chispas del pasado asoman valerosas
e incendian la mirada deslucida
y pareciera que su hilván reanuda la cordura
insinuando falaces que sí es justa la vida.
Más en un segundo la cruel y sórdida sentencia
se apodera impávida de la frágil y senil mente,
la ausencia fustiga con extravíos y fárragos
y ya nada, nada, se ancla en el presente.
Y aquel que fue tan seguro de su paso y acuerdos,
de sus opciones, y sueños
tan propios con holgura,
ignaro se sume en
desconcierto, en congoja,
se trasmuta la vida en delirio y locura.
Marina Flores Rozas
Chile, junio del 2014