martes, 5 de mayo de 2015

Del desconsuelo al olvido



El alma se carcome ante la agonía de la ausencia
y el tiempo un lastre se torna. Lesionan y desgarran
las horas lentas, impávidas a aquello que se espera:
un susurro,  una huella o  una simple palabra.
Un severo y absoluto jamás satura el pensamiento
pero el silente olvido horada en voz baja la sentencia
y la promesa indestructible. Y un día de tantos
el eterno amor de otrora en el olvido queda.
Quizás también un día de ésos, cuando la torpeza arrasa
y de aquello renunciado ansiedades tú tengas,
acudas a mi puerta, la de siempre, y a mi vida común;
y yo con los cabellos viejos atienda esa llamada
posible es que mi juicio te haya borrado totalmente
y mi boca, ya sin gala, pregunte: usted como se llama…
Marina Flores Rozas
Chile