Jesús,
vida es tu nombre al oído,
esperanza
al espíritu agobiado,
redención
al mundo prometías
al
entregarte allí crucificado.
Los
clavos y las espinas lacerantes,
la
agonía en tu cuerpo encarnecido,
¿Alguno
podría parear su sufrimiento
Al
que TÚ por amor has padecido?
¡Jesús!
Sí, vives a pesar de la apatía,
del
pétreo corazón del tardo humano,
¿TU
NOMBRE BENDITO quién no implora?
hasta
aquel sin Fe busca tu mano.
Dulcísimo
eres Jesús, dulce tu esencia,
esta
ávida e inhábil alma igual olvida
que
en esa Cruz hubo perdón
y
la promesa del milagro de la vida.
Marina
Flores Rozas
Chile,
abril del 2014
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